lunes, 24 de octubre de 2011

De Disney a Los DaVincibles: Ideología y propaganda en los dibujos animados


Disney me enseñó muchas cosas. El señor Walt Disney, sí, con su barba blanca y sus cejas pobladas, barriga generosa, mofletes rosas y gafas en medio de la nariz. Así lo imaginé siempre, tan peligrosamente parecido a Papa Noel que ahora me da hasta vértigo.
Me enseñó a frustrarme, a querer ser la más guapa, a llorar cuando un chico no me quería, a competir con mis amigas, a creer que la clave está en el trabajo duro y explotador, a hablar con mi espejo, a no comer manzanas, a tener miedo en el bosque… me enseñó tantas cosas que me costó mucho esfuerzo desprenderme de ellas y aun hoy me descubro desprendiéndome de algunas de ellas como si de capas de piel se trataran.

Para beneficio del señor Disney, no fue solo a mí  a la que adoctrinaron (o al menos lo intentaron) sino a millones de niñas y niños de todo el mundo que después fueron padres y abuelos fervientes continuadores de las enseñanzas del gran imperio animado.

Reflexionando acerca de la gran propaganda del sistema capitalista que Disney junto a otros muchos se esforzaron en asentar a sangre y fuego, quise investigar sobre los dibujos animados que ahora ven los niños. Descubrí una serie animada emitida desde hace unos meses en el canal ClanTv perteneciente a la televisión pública española. Se llama “Los DaVincibles” y bajo el paraguas de la cultura aprovecha para gotear ideología. Dos adolescentes apellidados Da Vinci viven aventuras buscando obras de arte por todo el mundo junto a su tío Leo, Leonardo Da Vinci. En cada peripecia se enfrentaran a un malo malísimo de ojos descolocados, boca torcida y, qué curioso, boina roja, llamado Cuba. Este personaje tiene el maléfico objetivo de dominar el mundo. Dominar el mundo, muy relacionado con las obras de arte y el fin cultural de la serie, sin duda…

Es habitual escuchar en la serie como los protagonistas repiten una y otra vez frases del estilo: “hay que luchar contra los planes de Cuba de dominar el mundo” o cosas similares. No me parece a mí que elegir Cuba como nombre del “malo malísimo” de una serie infantil sea un detalle sin importancia. Ni es un nombre común italiano (la serie es italiana) como el del resto de los personajes, ni es un nombre común, a secas. Pero aun pasando por encima del nombre, el obejtivo del personaje debería tener relación con el robo de obras de arte, perseguir a Leo… no sé algo que tuviera que ver con la trama de la serie. Dominar el mundo creo que dista bastante de ello.

Llamenme paranoica pero prefiero andar con pies de plomo cuando se trata de la educación de nuestros hijos. Puede ser que ellos no se den cuenta, pero en su subconsciente se queda toda esa información: el malo = cuba // qué quiere= dominar el mundo. Y cuando crecen los medios de comunicación y sus informativos se encargan de completar el resto del puzzle. Ese puzzle mental con piezas perfectamente fabricadas y preparadas para que no quede ni un hueco libre dond ese pueda colar el crtierio propio o el espíritu crítico.

Y la televisión pública, como no, jugando excelentemente su papel. Qué pena.

viernes, 9 de septiembre de 2011

Con todo cariño, para Pablo Milanés

Por lo visto, no conseguir llenar un concierto en Miami hace que a algunos se les suelte la lengua, se descamisen como si estuvieran en el carnaval de Cádiz y se emborrachen con su propio ego. Esto debió de ser lo que le ocurrió a Pablo Milanés hace unos días cuando decidió romper con su pasado y digamos "salir del armario", "destaparse", "retratarse".
He de reconocer en estas líneas que, aunque me lo esperaba, se me atragantaron un poco sus palabras, y quise por un segundo que todo fuera mentira, y que no estaba leyendo "aquello" de "aquel" hombre en "aquel" periódico llamado "El Nuevo Herald".
Pues bien, no contento con arremeter contra Cuba con diversas declaraciones todas ellas muy "variopintas" y "sofisticadas", decidió que una vez en el ajo continuaría su "proeza revolucionaria" alzándose como la "voz oprimida" del pueblo cubano.
Hay veces de verdad que pienso que desde la intelectualidad pedante nos quieren hacer a todos idiotas, sobre todo a los cubanos. Una cosa es que lo hagan los políticos imperialistas, los empresarios, la gusanera... otra muy distinta es que sea usted, señor Milanés, el encargado de elevar la máxima sabiduría de lo que les conviene o no les conviene a sus compatriotas. 52 años de lucha y socialismo les da una base suficiente para tomarse con seriedad la palabra "autodeterminación" al menos. 
Si realmente quiere cambiar las cosas, si tiene juicios críticos que ayuden a mejorar la situación de Cuba, dígalo en Cuba, dígaselo al pueblo, emplee un tono justo con su historia y su pasado, no sea prepotente, piense en el objetivo último, valore el contexto. No acuse a periodistas como Edmundo García de algo que ha hecho usted con un cuchillo bien afilado: sembrando disputa y creando brecha. 

Se le llena la boca en otra de las cartas hablando de "luchadores antifranquistas" como Victor Manuel o Ana Belén. Mejor no le cuento a usted lo que piensan los jóvenes españoles con ideas revolucionarias de esos dos sujetos. Si esos son sus referentes, poco puedo seguir analizando. 

También dice Pablo Milanés desde Miami, retransmitiendo para el mundo entero ansioso de excusas y traiciones, que en su país, Cuba, los artistas son maltratados. Debe ser por el maltrato que sufrió usted mismo, por las continuas censuras a sus canciones... Quédese entonces en Miami, con la conciencia tranquila, donde contará con la carta blanca para expresar con el mismo tono de desprecio cualquier cosa acerca de su ya, un poco lejana, Cuba. 

No quiero extenderme más, creo que, Edmundo García y Silvio Rodríguez, aquel que fue su amigo "cuando Pablo Milanés era otro", han dedicado suficiente tiempo a su ataque de egolatría hecho en el lugar correcto, en el momento preciso y con las palabras adecuadas. Carambola de billar, jaque mate, estrategia brillante la suya. 

Lo que no entiendo muy bien es como puede volver a La Habana con la cabeza bien alta, ha logrado el estatus de "intelectual a la occidental" a cambio de ceder el de revolucionario. Pero como dijo Silvio, "en una revolución verdadera nadie es imprescindible".  

sábado, 7 de mayo de 2011

Carta de una periodista

¿Sabéis lo único bueno de estar en el paro? Que puedo escribir y hablar de política, hacerlo de verdad, sin tapujos. Porque no tengo que rendir cuentas a un redactor jefe, que a su vez huele bajo la falda de una editora, la cual estira mensualmente la mano tras doblegar cada una de las páginas del periódico que (mal)dirige, ante el empresario de turno. Como en tiempos de caciques, “quien paga, caga” y los demás  más vale que gocemos el estreñimiento.
Estoy harta de la constricción periodística, de la hipocresía de una profesión que ni el “plumilla de turno” es capaz de escaparse de ella, y todo se alimenta en un círculo vicioso en el que muchos se quejan pero malviven porque el conformismo ha ganado la batalla.
Ahora estoy en paro por la crisis, por la reforma laboral, los contratos temporales,  la prolongación de la edad de jubilación, la falta de sueldos y plazas para becarios… pero probablemente en un futuro seguiré siendo una periodista en paro, por hablar demasiado, pensar demasiado y acatar demasiado poco.
Mis colegas de profesión, amordazados, son incapaces de constituir una amenaza al sistema imperante. Sufren un extraño Síndrome de Estocolmo, un letargo indefinido, donde creen representar la voz crítica, sin darse cuenta que siempre es crítica con los mismos y prudente, incluso ensalzadora, con los de siempre.
Me dan igual las excusas  de la crisis de los medios, la refundación del periodismo, la web 2.0, y demás intentos de evitar el problema fundamental: no hay una reflexión sincera y honesta acerca de la relación periodismo y servicio público. No la hay porque no interesa a los bolsillos agradecidos, a los acomodados de sillón y a los que venden su alma al diablo con tal de conseguir el puesto de turno.

viernes, 11 de febrero de 2011

“En el PCE hay dos corrientes, los que quieren reconstruir el Partido y los que quieren que «desaparezca» para que no interfiera en Izquierda Unida”

José Enrique Fernández habla del Frente de la Izquierda, la marca electoral con la que los comunistas asturianos concurrirán en las elecciones del próximo 22 de mayo

Daniela Steklov
Gijón, 11 de febrero de 2011
En una terraza de un bar cercano a la playa me esperaba el joven secretario general del Partido Comunista de Asturias en Gijón. A pleno sol del mediodía con una cerveza fría y un cigarrillo que se marchitaba a grandes caladas. Con rostro serio, sonrisa intermitente y gesto de observador incansable ojeaba un periódico regional.
Siendo fiel a una cuidada educación buscó rápidamente una silla para mí y comenzamos a hablar antes de comenzar la entrevista. Su voz calmada y la naturalidad de sus expresiones fueron la llave perfecta para comenzar las preguntas a José Enrique Fernández, al que muchos llaman Nako.
Llevas haciendo política desde los 13 años y ahora tienes 26; Tu definición de qué es política, ¿ha cambiado o evolucionado en este tiempo?
En la base, en su definición estructural, entendiendo por política la capacidad que tiene el ser humano de transformar las cosas, el medio que nos rodea y todas aquellas cosas que nos perjudiquen y que sean injustas; no ha cambiado mi punto de vista. Lo que sí ha sufrido una evolución es la preparación y la experiencia. No es lo mismo cuando tienes 13 años que la madurez que adquieres a lo largo de los años, gracias al contacto con la realidad política, con otros partidos, con todo tipo de movimientos sociales…
Pero,  siendo tan joven ¿cómo empieza todo? ¿Dónde nace el contacto con el Partido Comunista?
Existe una gran tradición familiar. Mi padre entró a militar en el PCE muy joven y nos inculcó a mí y a mis hermanos determinadas ideas.  Durante la adolescencia se plasmaron en nuestro interés por militar en la misma organización que él.  Yo quería llevar todas esas inquietudes que me habían enseñado  a la práctica. Y todo comenzó en la Juventud Comunista de Asturias.